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martes, 31 de mayo de 2011

¿Objetividad? ¡Al cuerno!


Estaban tan nerviosos que parecía que se iban a romper a llorar en cualquier momento: Ollanta y el rictus de sufrimiento, la de Keiko de conchudez fingida sonrisa. Humala hablo del Olluquito ¿wtf? Keiko hablo de regalar buzos ¿wtf? Mi conclusión es que los detesto a los dos.
PERO
PERO
PERO
A Keiko más.  Creo que es la única diferencia. Ella es lo peor. En el debate solo se vio que miente mejor.

Sema­na­rio “Hil­de­brandt en sus trece”, 27 de Mayo del 2011
César Hil­de­brandt
Dicen unos turis­tas infor­ma­ti­vos que han venido a estas comar­cas que la prensa peruana se ha ses­gado y — ha olvi­dado lo que es objetividad.
¿Obje­ti­vi­dad?
¿Cómo pode­mos ser sui­zos y fríos si esta­mos ante el peli­gro de que nos gobierne la suce­sora de una orga­ni­za­ción cri­minal, la única banda que en el Perú pudo con­tar con ejér­cito, marina, avia­ción y pre­su­puesto sin límites?
Si yo fuera espa­ñol y alguna reen­car­na­ción de Franco pos­tulase a las elec­cio­nes, ¿sería dable que me pidie­sen neutralidad? ¿Y si fuera fran­cés y un par­tido neo­nazi jaquease las elec­cio­nes recor­dando a Petain, alguien podría repro­char mi com­ba­tiente apa­sio­na­miento? ¿No habrían sido moral­mente supe­rio­res las voces del desen­ten­di­miento en el caso de Stalin? ¿No fue dema­siado “obje­tiva” la prensa occi­den­tal cuando Hitler empe­zaba a surgir? Si fuera chi­leno y el hijo de Pino­chet pasase a una segunda vuelta elec­to­ral, ¿sería dable que me pidie­sen una mirada de nota­rio para juz­gar esa desgracia?
Esto es lo que tie­nen que saber los envia­dos, los corres­ponsales y los emba­ja­do­res del pri­mer, segundo y ter­cer mundo que empie­zan a visi­tar­nos: el de Fuji­mori no fue un res­pe­ta­ble gobierno con­ser­va­dor, una opción legí­tima de li­beralismo dura­mente aplicado. El gobierno de Fuji­mori fue una mafia que, al revés que el mítico Midas, infectó todo lo que tocaba.
Sépanlo de una vez (o recuér­denlo si lo han olvi­dado): Fuji­mori cerró el Con­greso y con­vocó a uno donde la verda­dera opo­si­ción no estuvo repre­sen­tada; abo­lió por la fuerza una Cons­ti­tu­ción ela­bo­rada en con­senso y per­pe­tró, junto a sus alia­dos, una que sir­vió de arma­dura para las gran­des em­presas; ate­rro­rizó y arrin­conó a los sin­di­ca­tos y hay prue­bas de que el ase­si­nato de Pedro Huilca, secre­ta­rio gene­ral de la cen­tral de tra­ba­ja­do­res más impor­tante del país, fue parte de una cons­pi­ra­ción fra­guada en el Ser­vi­cio de Inte­li­gen­cia; corrom­pió como jamás se había visto al poder judi­cial (el día del golpe su secuaz Mon­te­si­nos se robó una tone­lada de expe­dien­tes que podían ser incó­mo­dos o con los que podía chan­ta­jear); cas­tró a la Con­tra­lo­ría ponién­dola al ser­vi­cio de la impu­ni­dad y nom­brando a jefes pusi­lá­ni­mes que jamás se le enfren­ta­ron; logró que todos los coman­dan­tes en jefe de las Fuer­zas Arma­das (repito: todos) fue­ran ladro­nes y saca­ran di­nero en efec­tivo que muchas veces carga­ron en cos­ta­les y lle­va­ron a Pala­cio de Go­bierno; des­ti­tuyó humi­llan­te­mente, desde su Con­greso anuente, a los magis­tra­dos del Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal que se opu­sie­ron a algu­nas de sus tro­pe­lías mayo­res; alquiló a la casi tota­li­dad de perio­dis­tas de la televi­sión y com­pró, al cash, a los pro­pie­ta­rios de los cana­les; remató las empre­sas públi­cas a pre­cio vil encar­gán­dole la tarea a una serie de sin­ver­güen­zas que muchas veces fue­ron juez y parte dado que ofre­cían lo que ellos, en socie­dad con otros, ter­mi­na­ban com­prando; fue el autor inte­lec­tual de algu­nos de los más noto­rios asesina­tos del lla­mado Grupo Colina, una pan­di­lla de ase­si­nos que el mismo señor Fuji­mori (y allí están los docu­men­tos) ascen­dió, pri­mero, y amnis­tió, des­pués; hizo de la Fis­ca­lía de la Nación una sucur­sal del poder eje­cu­tivo y en la que fue tragicómica­mente céle­bre el papel que le cupo a la “fis­cal vita­li­cia” Blanca Nélida Colán, sen­ten­ciada des­pués a diez años de cár­cel y libe­rada tras cum­plir dos ter­cios de su con­dena; mal­versó alre­de­dor de dos mil millo­nes de soles —ese es el cálculo conser­vador— y creó una red per­so­nal y fami­liar para robar hasta las dona­cio­nes en efec­tivo que le fue­ron entre­ga­das en Japón; per­mi­tió que su ase­sor más cer­cano, Mon­te­si­nos, se enrique­ciera hasta la obs­ce­ni­dad (en una sola cuenta suiza se encon­tró 48 millo­nes de dóla­res a su nom­bre) y, a pesar de saberlo (por­que lo supo ple­na­mente el año 2000 cuando el perió­dico que este colum­nista diri­gía difun­dió una cuenta de 2’666,660 dóla­res en el limeño Banco Wiese) lo defen­dió diciendo que esa pros­pe­ri­dad venía de “ase­so­rías a empre­sas extran­je­ras”; per­mi­tió que en su avión (el pre­si­den­cial) subie­ran bul­tos ex­traños y dine­ros múl­ti­ples hasta que un día una inves­ti­ga­ción inde­pen­diente, aus­pi­ciada por una agen­cia nor­te­ame­ri­cana, des­cu­brió 170 kilo­gra­mos de clor­hi­drato de cocaína escondi­do en el fuse­laje de la nave; creó una masiva prensa mer­ce­na­ria des­ti­nada a enlo­dar a sus adver­sa­rios, prensa que telediri­gía per­so­nal­mente Mon­te­si­nos; cuando no pudo con­se­guir una mayo­ría par­la­men­ta­ria que ava­lase todas sus arbitrarie­dades, pues ordenó a Mon­te­si­nos que com­prará dipu­tados sacando miles de dóla­res de las arcas públicas…
Hizo todo esto y mucho más hasta que un día, des­nu­dado por un video entre­gado por plata por algún trai­dor, aterro­rizado hasta la pis, tré­mulo en la mueca y en los gallos de la voz, se embarcó otra vez en el avión pre­si­den­cial, dijo que iba a Bru­nei a una reunión pre­si­den­cial y apa­re­ció en Tokio, desde donde envió, a tra­vés de un fax, la infame carta de renun­cia que hizo del Perú un país diver­ti­da­mente biza­rro e inexplicable.
Poco tiempo des­pués, reco­no­ce­ría tener la nacio­na­li­dad japo­nesa, pos­tu­la­ría a la Dieta que­riendo ser sena­dor, se casa­ría de men­ti­ras con una mafiosa vin­cu­lada con lo peor de la polí­tica nipona y ter­mi­na­ría en San­tiago de Chile espe­rando la amnis­tía o la amne­sia para vol­ver a las andadas.
Ese es, a gran­des y ava­ros ras­gos, Alberto Fuji­mori. Y ese fue su gobierno.
¿Que durante su régi­men el país derrotó al terrorismo?
Sí: el país. Por­que a Abi­mael Guz­mán lo cap­turó Anto­nio Ketín Vidal , un gene­ral de la poli­cía a quien Fuji­mori odiaba y a quien trató de hacerle la vida impo­si­ble tras esa hazaña. Fue­ron los méto­dos dic­ta­dos por el ser­vi­cio de la inteligen­cia poli­cial los que des­ca­be­za­ron a Sen­dero. Y cuando Guz­mán cayó, Fuji­mori se hallaba pes­cando pai­ches en un río del oriente peruano.
¿Que con él se firmó el tra­tado de paz con Ecuador?
Sí, y eso es meri­to­rio, sobre todo si se tiene en cuenta que esa paz de 1998 fue fir­mada luego de la dra­má­tica derrota del ejér­cito peruano en la lla­mada “gue­rra del Cenepa” de 1995, en la que nueve naves aéreas del Perú fue­ron aba­ti­das con cohe­te­ría de segui­miento tér­mico y en la que per­di­mos a dece­nas de efec­ti­vos por falta de equi­pa­miento y logís­tica (eran los tiem­pos en que se robaba exten­sa­mente a la hora de com­prar arma­mento: 60 millo­nes de dóla­res en una sola com­pra de Migs rusos, como se pudo pro­bar judicialmente).
Pero, en todo caso, ¿valían Guz­mán y Ecua­dor la indigni­dad de una década? ¿Somos los perua­nos gente de ter­cera que debe de acep­tar el robo y el ase­si­nato como costo inexo­rable de una ges­tión gubernamental?
Me dirán que Keiko no es su padre.
Si Keiko no es su padre, ¿qué hacen con ella José Chlim­per, ex minis­tro; Jorge Tre­lles, líder con­gre­sal; Vicente Silva Checa, miem­bro de la mafia mediá­tica fuji­mo­rista; Jorge More­lli, inte­ligente por­ta­voz de Fuji­mori en el canal CCN, com­prado con plata negra del ejér­cito; Mila­gros Maraví, alta fun­cio­na­ria del sec­tor econo­mía y aliada de Mon­te­si­nos; Martha Chá­vez, feroz vocera par­la­men­ta­ria; Absa­lón Vás­quez, ex minis­tro y ope­ra­dor som­brío; Rafael Rey, co­laborador desde los comien­zos y amnis­tia­dor de ase­si­nos; Augusto Bedoya, ex minis­tro; Luz Sal­gado y Car­men Lozada de Gam­boa, dúo de mas­ti­nes par­la­men­ta­rias; Luis Del­gado Apa­ri­cio, abo­gado impla­ca­ble de la causa; Car­los Blanco, ex congresista…?
¿Y qué hacen San­tiago Fuji­mori y Jaime Yos­hi­yama cerca?
¿Y por qué todos ellos, en vez de tomar una dis­tan­cia hi­giénica res­pecto del con­de­nado —tal como hizo la dere­cha chi­lena en rela­ción al no con­de­nado Pino­chet— visi­tan la Diroes, reci­ben allí ins­truc­cio­nes y con­se­jos, aliento y planes?
No, seño­res. La pasión en este trance no sólo es admi­si­ble sino que resulta moral­mente imprescindible.
Lo que no pode­mos hacer los perio­dis­tas es men­tir, in­ventar, fal­sear, titu­lar a nues­tro antojo, esta­ble­cer analo­gías que no lo son, crear fan­tas­mas, omi­tir datos cla­ves, calum­niar, mez­clar la opi­nión con el regis­tro del hecho. En resu­men, prostituirse.
Pero en una coyun­tura como esta tene­mos el dere­cho ple­no de opi­nar y prevenir.
Y ade­más, ¿a qué obje­ti­vi­dad se refie­ren algu­nos corregi­dores en visita?
¿A la de El País, a punto de ser des­truido como el mejor perió­dico de habla his­pana por los suce­so­res de Polanco y sus múl­ti­ples intereses?
¿A la de El Mundo, que dijo, sabiendo que men­tía, que el cri­men de Ato­cha era atri­bui­ble a ETA?
¿A la de Ber­lus­coni y sus televisiones?
¿O es que hablan de Fox News y sus chi­cos del Tea Party? ¿O del nuevo Wall Street Jour­nal y su olor a Mur­doch? ¡Como si no supié­ra­mos que un buen lote de la gran prensa mun­dial es parte de una sin­fo­nía que aspira a la unanimidad!
Pasión: no me aban­do­nes. Sólo tú me has sal­vado de la peste de la aceptación.
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"Perú, porque te quiero te defiendo" y "Prefiero saltar al vacío que al desagüé" dixit.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola,
Coincido totalmente contigo, al verlos y escucharlos hablar mi flora intestinal reacciona violentamente...sin embargo ya nos encontramos en esta posición y, es necesario adoptar una decisión en cuanto a los dos.
Sin embargo, discrepo en cuanto a que Humala sea la mejor opción, ya que aún cuando sea políticamente correcto apoyarlo, tengo que reconocer que me interesa aún mas el plano económico de ambas propuestas, y en ese sentido me da mucho mas tranquilidad que la hija del asesino Fujimori se encuentre cercana a PPK, antes que votar por la propuesta de Gana Perú, que puede tener un contenido ideológico totalmente válido e interesante (me refiero al primer plan, ese que defendieron en el debate técnico), pero que es inviable en la práctica, ya que el "papá estado" nunca es el mejor administrador.
El 5 de Junio será un día estresante. Bye, Dessirée.

Sph dijo...

Entre Saltar al vacío o al desagüe, lamentablemente, yo sigo indecisa. Pues no sé si al saltar al vacío me encuentre con un desagüe mayor e insalvable.

Saludos

EL BREVE ESPACIO dijo...

Considero que las condiciones que hiceron que ambos candidatos llegasen a segunda vuelta hace que cada uno tenga muchas cosas en contra; creo que ninguno ha llegado hasta aquí por sus grandes méritos o antecedentes. Sin embargo , será el elector quien decida el por quién y el por qué. Ante eso sólo nos queda ser tolerantes, eso es lo que he aprendido estos dos meses, tolerar la elección del otro así no nos guste o no estemos tan de acuerdo; porque justamente eso es lo q ue está faltando en los seguidores de ambos candidatos, y a la mayoría de peruanos. Y no creo que el que vote por Keiko o por Humala, sea porque no le duela lo q ue sucedió en la Cantuta o en Barrios Altos, o no se sienta preocupado por si estatizan a medio país; simplemente creo que los electores también hemos pasado por un análisis difícil para decidir, tal vez dejando de lado los miedos o las heridas.

SALUDOS.

... escribo porque en la fantástica internet se puede ser lo se quiere, hasta uno mismo.