La amistad, como el amor, no es fácil. Uno cree conocer a la persona que considera amiga, pero basta una actitud en el tiempo para darnos cuenta de que no sabemos quién es. De que ni ella, ni mucho menos nosotros la conocemos. Ahí las disculpas tardías no reparan el cristal interior roto.
Soy muy amiga de mis amigos, y con sinceridad, creo que cada vez tengo menos. Los cuento con la mitad de los dedos de una mano. Y a ellos, les acepto todo, aunque me joda.
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