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domingo, 5 de diciembre de 2010

Esteban

El miércoles 1 de diciembre fue el día mundial de la lucha contra el SIDA. Y con esto yo recordé que soy particularmente sensible al tema, por varias razones, principalmente porque a lo largo de mi vida he podido conocer a varias personas portadoras del VIH y a algunas que sufrieron de SIDA.

Una de las primeras experiencias sucedió, cuando era niña, una tía muy querida para mi, trabajaba como asistenta social, y le daba clases particulares a un niño muy inteligente. Este niño no iba al jardín como los demás; y mi tía, por encargo del gobierno, le daba clases particulares. Ella, los días que iba a su casa, llevaba un bolsa especial con juguetes, cuadernos, colores, curiosos guantes quirúrgicos y rollos de gasas; yo pensaba que todo aquello era para jugar, a las momias tal vez.

Este niño, esperaba con ansias la llegada semanal de mi tía, y aunque extrañaba el jardín de infantes, se resignaba a no asistir a pedido de la junta de padres de familia, con tal de jugar luego de las clases en el parque que quedaba cerca de su casa, o de venir a la mía, y jugar conmigo. Era un día a la semana muy lindo y esperado por mi también, solo debía conservar el secreto de las visitas del niño a mi casa y de las salidas al parque entre mi tía y yo. Además de tener mucho cuidado con él, debía quererlo mucho, prestarle mis juguetes y no pelear nunca con él, menos rasguñarle o morderle, o algo así, porque él era menor que yo, muy especial y delicado (en palabras de mi tía); y si le pasaba algo, no debía tocarlo, sino avisarle al toque a mi tía.

Mi tía lo trajo a casa todos los martes, por meses, hasta que un día, me dijo que estaba resfriado y con fiebre, que lo traería la próxima semana. Eso no paso, nunca más lo trajo.

Mí tía dijo que su papá lo había llevado de viaje a otra ciudad para que pudiese estudiar en el jardín. Yo estaba triste, no entendía razones y tenía mis sospechas. No le creí.

Tiempo después me enteré, que en verdad ese niño era portador del VIH, que los papás de la junta de padres se enteraron que lo padecía, que lo alejaron del jardín y, que por eso mi tía era su tutora. Me enteré de que su papá (quien también era portador) luego del la muerte de su esposa, necio y dispuesto a empezar una nueva vida sin estorbos, lo había ido a dejar a un albergue para niños portadores.

Y yo no entendía, en toda esta cadena ¿a qué le tenían tanto miedo?¿por qué relegar tanto a Esteban? si él era adorable, si él era mi amigo, si él era inocente.

"Es la ignorancia hijita, es la ignorancia..." decía mi tía para consolarme, pero años después sigo sin entender.





4 comentarios:

Paola xD dijo...

me conmovio tu historia u.u..yo tampok entiendo xq hay personas q no tienen conciecia de los esta enfermedad siginifaa y discrimina,mas aun cuando se trata de niños el tema es ams complicado de lo que parece ser..muchas veces repelamos esto, sin pensar que un dia nos puede pasar a nosotros o ah algun familiar nuestro......

Anónimo dijo...

Muito bom post.

Anónimo dijo...

Bonito mensaje fuerte. Nunca pensé que era tan fácil. respetos a usted!

Anónimo dijo...

Muy buen puesto. Me tropecé con su blog y quería decir que he disfrutado mucho navegando por tu blog. En cualquier caso, voy a ser la suscripción a tu feed, y espero que escribir de nuevo pronto!

... escribo porque en la fantástica internet se puede ser lo se quiere, hasta uno mismo.