Me interpelas, siempre me interpelas. Yo toreo tus preguntas descabelladas, yo omito. Omito con éxito y, como todos los éxitos vendidos y comprados, mi éxito es una semimentira.
Lo que pasa es que yo te comprendo, y quiero que también me comprendas: me has dado tanto en las pequeñas cosas que casi tengo el derecho de esperar tu comprensión en las grandes. Suena a ironía, lo sé, pero así somos, tú también eres así.
Sé que como yo, no me has mentido a ultranza, solo callaste cosas innecesarias. Solo nos llenamos de silencios.
El silencio se instalo, y así, cuanto más importante era una cosa, más parecía que queríamos callarla. Ya no habían indiscreciones, de repente, te respeté de más, y uno no siente pasión por lo que respeta, ni quizás por lo que ama.
2 comentarios:
muy bien escritos ambos blogs-
Me gusta, definitivamente
:)
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